Unos minutos antes de que llegue mi cliente, procuro tranquilizarme caminando lentamente de un lado a otro de mi pequeño despacho. Observo el movimiento de mis piernas, el cómo se apoyan mis pies; y me voy tranquilizando; y trato de generar en mi pecho sentimientos cálidos hacia esa persona a la que recibiré en breve, aunque no la conozca.