Abuso sexual en la infancia y pensamiento egocéntrico

abuso sexual en la infancia

Pensamiento mágico y abuso sexual en la infancia

El pensamiento de un niño no es capaz de salir de su propio ombligo. Ponerse en el lugar de los demás es una capacidad que se adquiere lentamente. Y esa característica del pensamiento de los niños suele agravar las consecuencias del abuso sexual en la infancia.

Un niño se cree capaz de modificar la realidad con el simple poder de su pensamiento, como si tuviese poderes paranormales.

O, cuando crece un poco, cree que tiene una conexión especial con un poder superior que atiende sus ruegos.

Cuando algo no va bien

Si ocurre cualquier desgracia en su familia el niño intenta conjurarla con sus poderes mágicos o pide ayuda a ese ser superior que le atiende personalmente para que le ponga remedio.

Y como sus intentos no funcionan el niño se siente responsable.

Piensa que hay algo malo en su interior que impide recibir la ayuda solicitada.

O se responsabiliza de los malos tratos que puede sufrir pensando que algo malo habrá hecho, aunque no tenga ni idea de lo que habrá sido.

El niño se siente culpable

Y eso es lo que suele ocurrir cuando se da el abuso sexual en la infancia.

El pensamiento egocéntrico del niño, propio de su etapa evolutiva, le lleva a pensar que es el responsable de lo que está viviendo.

No tiene capacidad para entender como anómalo el comportamiento del adulto abusador.

Y se siente culpable.

Y se avergüenza por haber sido abusado.

Y va creando una imagen de sí mismo como una persona despreciable, sucia, indigna de aprecio y de amor.

Tampoco la idea que se va formando la niña sobre el mundo es muy halagüeña.

El interés del abusador

A que el niño forme esa imagen desastrosa de sí mismo contribuye muchas veces el abusador.

Al abusador le interesa mantener sus actos en secreto y haciendo sentir culpable a la víctima se asegura de que así sea.

Cuanto más culpable se sienta el niño menos hablará de lo que está viviendo.

Y esa culpabilidad puede perdurar durante muchísimos años: toda una vida haciendo daño.

 

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