Un mundo para los niños

Los niños molestan

Parece que proliferan los hoteles que prohíben la entrada a los niños. Proliferan los lugares pensados para que los adultos puedan descansar de sus atareadas vidas sin la molestia que supone las risas de los niños, sus juegos o sus llantos.

Hemos creado un mundo para adultos en donde los niños incordian con sus continuas demandas de atención y de ternura.

Niños estresados

Además pretendemos que los niños se adapten al ritmo frenético de los adultos, a las mismas exigencias que ni siquiera los adultos soportamos. Exigencias que nos hacen caer como moscas extenuadas de tanto darnos cabezazos contra el mismo cristal de la realidad.

 Queremos que los niños vivan como adultos estresados y lo estamos consiguiendo.

Si con mis más de sesenta años tuviera que permanecer sentado toda la mañana atendiendo a cosas aburridas que me obligan a aprender (sabe dios para qué) y luego comiera con la compañía ruidosa de mis compañeros con los que ya he compartido toda la mañana; y luego, al salir del colegio, fuera a clase de música, o de baile, o, aún peor, a clases particulares para volver a darle vueltas a las cosas que más me aburren en el mundo; y luego, al llegar a casa, me pusiera a hacer la tarea… (Menos mal que estoy sentado mientras me imagino que tengo que pasar por todo eso: me siento mareado y el agobio me llega hasta el tuétano).

Lo que los niños necesitan (y yo)

Yo, a mi edad, después de estar sentado un buen rato, necesito salir a tomar el aire y dejar que mi cuerpo se desperece como un potro salvaje.

Necesito estar en silencio entreteniéndome con mi propia imaginación.

Necesito charlar sin prisas con mis seres queridos.

Dormir. Jugar. Amar. Cultivar mi mente, pero sin olvidar al cuerpo y sin olvidar la relación con los demás, con la naturaleza, con la calma.

Si yo a mi edad necesito todo eso ¿acaso los niños necesitan menos?

Un mundo visto con los ojos de un niño

¿Este mundo que estamos construyendo es el más adecuado?

¿Tendríamos que cambiar de rumbo por el bien de la vida entera?

Creo que la mejor manera de responder a estas preguntas es tratar de ver la realidad con los ojos de un niño.

Imaginemos un mundo donde los niños se sientan felices: ese mundo, sin ninguna duda, será un buen mundo para todos: adultos, niños, ancianos, plantas, animales, el mar, etc.

Los niños pueden ser nuestros más sabios consejeros. Vivamos al ritmo de los niños y nos irán las cosas mucho mejor.

Los niños y la naturaleza

Termino con un texto de María Montessori:

«Sería deseable decir ‘Dejemos libres a los niños, dejémoslos jugar libremente, dejémoslos correr en la lluvia, quitarse los zapatos y jugar en los charcos, y cuando el pasto esté húmedo de rocío, dejémoslos corre descalzos y pisar toscamente; dejémoslos descansar tranquilamente cuando el árbol los invita a dormir a su sombra. Dejémoslos gritar y reír cuando el sol los despierta en la mañana’. En lugar de esto, nos preguntamos ansiosamente ¿cómo podremos mantener dormidos a los niños al amanecer? y ¿cómo los podremos educar a no quitarse los zapatos? y sin darnos cuenta por nuestras presiones y falta de tiempo los volvemos insensibles a su entorno, vemos a los niños matar insectos o pequeños e indefensos animales, arrancar plantas y flores y nos parece natural; no nos damos cuenta que esta mente se ha apartado de la naturaleza. Lo que en realidad estamos pidiendo a nuestros niños es que se adapten a una prisión sin molestarnos».

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