Sin poderes especiales
Aún recuerdo cuando era niño e intentaba mantenerme flotando en el aire después de dar un salto como lo hacía en sueños. O probaba a mover algún objeto con el poder de mi mente. O intentaba que ocurrieran cosas que deseaba concentrándome intensamente.
Me fui dando cuenta, poco a poco y con dolor, de que no tenía poderes paranormales.
Cuando me convertí en psicólogo probé, sin mucha convicción, a dar algunos saltos por ver si era capaz ahora de levitar y no fui capaz.
Ser psicólogo no me trajo ningún poder sobrenatural.
Personas ingenuas
Hay personas muy ingenuas que creen que existen seres capaces de hacer cosas sobrenaturales.
Se parecen a los niños que suponen que los adultos son más poderosos de lo que realmente son.
Los médicos son buenos candidatos para ocupar un lugar en la imaginación de esas personas ingenuas como poseedores de cualidades sobrehumanas.
Los psicólogos también a veces somos vistos de esa manera.
Luchar contra fuerzas que nos superan
Los médicos, los psicólogos y otros profesionales de la salud luchamos contra fuerzas que nos superan en innumerables ocasiones: la enfermedad, la muerte, la tristeza, el desánimo.
Hemos hecho profesión de esa lucha que compartimos con el resto de los mortales.
La humanidad no tiene solución para muchos problemas graves como el cáncer, o las depresiones graves.
Obtenemos éxitos en estos campos, pero son inevitables los fracasos.
Pero hay personas que prefieren creer que es posible una vida sin sufrimiento y sin muerte y arremeten contra los profesionales de la salud cuando el dolor y la muerte hacen acto de presencia.
Claro que los profesionales de la salud nos equivocamos, pero conviene no olvidar que a veces nos enfrentamos a fuerzas descomunales y nuestras manos son muy pequeñas.