De la masturbación al autoplacer

masturbación

Masturbación como pecado

Yo, cuando era un jovencito, y me iba a confesar con el cura de mi barrio, cuando tenía que hacerle la lista de mis últimos pecados, invariablemente tenía que mencionarle esas cosas que hacía en solitario y que tanto gusto me daban. ¿Qué palabra aprendí a utilizar para referirme a ello?: Masturbación.

Padre, le decía, me he masturbado.

¿Cuántas veces, hijo?

Etc.

Es decir, masturbarse era un pecado y no podéis imaginaros hasta qué punto podía ser peligroso, según nos contaban.

A continuación os ofrezco un fragmento de unas memorias que escribí hace bastantes años en donde relato mi despertar sexual. Este fragmento tiene como protagonista a otro cura. Prometo que será el último en aparecer en este artículo.

«Por fin mi padre me permitió asistir a un campamento de verano. Allí, el inevitable cura nos endilgaba, en plena digestión, bajo uno de los magníficos pinos de la sierra madrileña, unas charlas encaminadas a salvaguardar nuestra pureza. Aquel hombre barrigudo, campechano y andaluz, al que le gustaba hacerse el gracioso, nos espetaba historias como la que sigue:

-Érase una vez un muchacho, casualmente de vuestra misma edad, mes arriba o abajo, que era víctima de un terrible vicio, llamado el solitario. Por muchos consejos que recibió del que esta historia os cuenta, y por muchas lágrimas que su madre derramó, el muchacho vicioso siguió, erre que erre, hasta que su cuerpo, agotado por el pecaminoso hábito, enfermó. Se vio obligado a permanecer en cama. Fue avisado del peligro que corría si no abandonaba sus sucias prácticas. Se le aconsejó pedir ayuda a la Virgen que es la que mejor maña se da para estas cosas de la pureza, pero todo fue inútil. Cuando una mañana lo encontraron muerto, una mancha aún húmeda se destacaba sobre las sábanas al lado de su cuerpo consumido.

El que más y el que menos de los que estábamos escuchando sentados sobre las agujas secas de los pinos, tragábamos saliva con dificultad. Ya suponíamos que exageraba un poco el cura, pero, aun así, ¡muerto! Como mínimo, teníamos asegurada una grave enfermedad si persistíamos en seguir el ejemplo del desgraciado muchacho, que en paz descanse».

 

Si quieres seguir leyendo estas memorias puedes hacerlo siguiendo este enlace:

Masturbación: El despertar sexual de un adolescente

 

 

El autoplacer: recomendado en los libros de texto

Los ejemplos en donde se demuestra que la palabra masturbación ha quedado en mi mente asociada a cosas negativas podrían ocupar bastante espacio.

Supongo que a más de una persona le ocurrirá lo mismo. Así que por eso propongo que hablemos de autoplacer, que suena a pasar un buen rato, a algo saludable, a ser independiente.

Alguien podrá pensar, al ver el tema que estoy tratando, que soy un viciosillo, que mejor hubiese hecho caso al cura del campamento, que realmente este es un tema del que no conviene hablar y mucho menos aconsejar que la gente se dedique a darse placer a uno mismo (como haré en breve).

Pues bien, ahora voy utilizar el apoyo de la Psicología.

En un libro de texto de la licenciatura de psicología por la UNED titulado “Manual de terapia de conducta” (nada sospechoso, creo yo, de “viciosillo”),en el capítulo dedicado a las disfunciones sexuales, para tratar a las mujeres que nunca han sentido el orgasmo, uno de los programas recomendados es el de Graber y Graber.

Este programa consta de dos fases: una, obtener el orgasmo en solitario (autoestimulación); y dos, generalizar esta habilidad en la interacción con la pareja.

Copio los pasos de la primera fase:

  1. Entrenamiento en reconocimiento corporal, en especial de la zonas erógenas primarias.
  2. Entrenamiento en ejercicios de contracción de músculos pubicocoxígeos y perivaginales.
  3. Examen sensual de la propia anatomía.
  4. Entrenamiento en masturbación.
  5. Desarrollar la masturbación con vocalizaciones y ejercicios de respiración.
  6. Introducción de técnicas de autosugestión y de fantasías eróticas.
  7. Entrenamiento en el uso del vibrador.
  8. Sustitución del uso del vibrador por ejercicios de estimulación vaginal.

Como veis, el autoplacer forma parte de un tratamiento beneficioso para la salud.

He dejado la palabra masturbación porque así viene en el texto, pero podéis sustituirla mentalmente por autoplacer.

Y si queréis sustituir las posibles asociaciones negativas que el autoplacer provoque en vosotros, os recomiendo un libro titulado “La senda del éxtasis” de Margo Anand en donde aprenderéis el arte de la sexualidad sublime.

Puedes leer más sobre este tema en el siguiente enlace:

¿Te sientes culpable cuando te masturbas?

 

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