Los pensamientos no son los hechos

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Los pensamientos y sus malas costumbres

Los pensamientos suelen tener la mala costumbre de ir a su marcha; de entrar y salir de nuestra conciencia de manera incontrolada; como si se tratase de huéspedes que no respetan las más elementales reglas de urbanidad.

Además puede que nos cojan del brazo y nos arrastren a excursiones muy poco recomendables.

Por eso creo que puede ser de gran utilidad tomar una cierta distancia de nuestros pensamientos, y tener en cuenta algunas recomendaciones para evitar que nos acaben arrastrando hacia estados de ánimo no deseados.

El automatismo de los pensamientos

Supongo que habrás observado que los pensamientos pueden tener un gran poder sobre lo que sientes y sobre lo que haces.

Supongo también que te has dado cuenta de que esos pensamientos van bastante de por libre, es decir, entran y salen de tu mente cuando les parece oportuno sin esperar a ser invitados y, muchas veces, resistiéndose a salir aunque los echemos reiteradamente (incluso ocurre que cuanto más los intentas echar con más ahínco vuelven).

Dicho de otra manera, los pensamientos se ponen en marcha de una manera bastante automática.

Y supongo que estarás de acuerdo en que estaría bien que pudiéramos distanciarnos de ellos de vez en cuando para adquirir una cierta perspectiva, para que el árbol no nos impida ver el bosque.

¿Qué utilidad puede tener el que veas tus pensamientos desde una cierta distancia?

Primero, tal vez caigas en la cuenta de que puedes pensar de otras maneras ante las mismas situaciones sin necesidad de “obedecer” a viejos patrones de pensamiento que ¡vete tú a saber desde cuando tienes grabados en tu mente y por quién!

Segundo, y tal vez lo más importante, puede que te des cuenta de que los pensamientos no son más que sucesos mentales; es decir, no son los hechos.

Tercero (esto sí que creo que es lo más importante): puedes comprender que tú no eres tus pensamientos.

Aprovecho para compartir las dos primeras máximas que propone mi admirado Thich Nhat Hanh, monje budista. Directrices que pueden ayudarnos (a mí me han ayudado mucho y lo siguen haciendo) … “a trazar nuestras trayectorias a través de este vasto mundo”. Ayudarnos y protegernos.

  • No idolatres ni te aferres a ninguna doctrina, teoría o ideología, incluidas las budistas. Todo sistema filosófico guía tu pensamiento y ninguno de ellos es la verdad absoluta.
  • No creas que el conocimiento que tienes actualmente es inmutable, la verdad absoluta. Evita ser de mente estrecha y apegarte a los actuales puntos de vista. Aprende y practica el desapego de los puntos de vista para estar abierto a recibir los puntos de vista de los demás. La verdad se encuentra en la vida y no meramente en el conocimiento conceptual. Procura estar listo para aprender a lo largo de toda tu vida y observar en todo momento la realidad en ti mismo y en el mundo.

¿Conoces la lista de tus pensamientos desmoralizantes?

Supongo que tendrás tu propia lista con pensamientos extremadamente críticos dirigidos a tu propia persona.

Ese tipo de pensamientos que te acaban hundiendo en la miseria.

¿No tienes elaborada esa lista? Pues te recomiendo que la redactes lo antes posible.

Puedes dedicar unos cuantos días a apuntar lo que dice esa parte de tu mente que suele entregarse con gusto a la tarea de criticarte y a decirte cómo “deberían” ser las cosa y, sobre todo, cómo “deberías” ser tú.

Luego recuérdate, una y otra vez cuando lleguen esos pensamientos, que los pensamientos no son los hechos.

¿Qué puedes hacer con tus pensamientos?

  • Déjalos entrar y salir. No tienes la obligación de ir tras ellos como un perrito faldero.
  • Escríbelos. Eso hará que las emociones asociadas a esos pensamientos se calmen un poco y te resulten menos abrumadoras. Además, mientras escribes los pensamientos, tienes un rato para reflexionar sobre su significado.
  • Pregúntate: ¿Este pensamiento que estoy teniendo refleja fielmente lo que está ocurriendo? ¿Podría enfocar la situación de otra manera? ¿Cómo he pensado en otros momentos en circunstancias parecidas?

¿Qué hacer con los pensamientos negativos?

Será estupendo si los mantienes focalizados con una actitud de interés y curiosidad (ya sé que no resulta fácil) mientras te planteas las siguientes preguntas (te puede ayudar el ser consciente, simultáneamente, del ir y venir de tu respiración):

  • ¿Estaré confundiendo un pensamiento con un hecho? (perdona que machaque sobre este punto, pero es que me parece sumamente importante).
  • ¿Estoy pensando en términos de blanco y negro? ¿Estaré olvidando que existen infinitas variedades de grises?
  • ¿Me estoy regodeando con mi debilidad y dándole la espalda a mis fortalezas?
  • ¿Me estoy condenando duramente como si fuese un juez implacable?
  • ¿Me estoy castigando por algo de lo que no soy responsable?
  • ¿He fijado para mí mismo metas inalcanzables y ahora me fustigo por no alcanzarlas?
  • ¿Estoy cayendo en la tentación de adivinar el futuro como si fuese una pitonisa?
  • ¿Estoy cayendo en la tentación de adivinar lo que los demás piensan o sienten?
  • ¿No será que quiero ser perfecto?
  • ¿No estaré haciendo una montaña de un grano de arena?

Permaneciendo en el presente

¿Y cómo solemos responder a las experiencias cuando estamos en el “modo automático”? Pues de una de estas tres maneras:

  • Abandonando el momento presente para irnos a algún otro lugar de nuestra mente.
  • Deseando que la experiencia que estamos viviendo no se acabe nunca, y por eso la sujetamos para que no se vaya. O, cuando ya se ha ido, deseando que regrese esa experiencia.
  • Queriendo que lo que estamos viviendo se vaya inmediatamente. O haciendo lo posible para que en el futuro no vuelvan a visitarnos ciertas experiencias que hemos catalogado como indeseables.
    Cada uno de estas maneras de reaccionar puede ocasionar problemas. Sobre todo la tendencia a querer evitar ciertos pensamientos o emociones por desagradables.

Cuando seas más consciente de tus pensamientos, emociones y sensaciones corporales evocados por los eventos que te toque vivir serás más libre para responder a esas circunstancias de forma más habilidosa y no de la manera automática con la que solemos responder cuando estamos distraídos.
Así que ya sabes…

 

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