¿Qué es real?

¿Pensamiento mágico?

Cuando mi estado de ánimo empeora aumentan las anulaciones de citas en mi trabajo como psicólogo. Es algo que me sorprende y me resulta misterioso. Noto una conexión entre mi estado de ánimo y el que trabaje más o menos.

Sé que rozo el pensamiento mágico al decir lo que estoy diciendo, o tal vez me hundo de cabeza en él. Pero no puedo evitar pensar que hay algo de cierto en esta impresión.

Una posible explicación.

El mundo de los sueños y el de la vigilia forman un continuo, no son mundos perfectamente separados.

Cuando estoy soñando todo lo que aparece en ese sueño son partes de mi mente, son creaciones de mi mente: los árboles, las personas, el mar, etc., incluso el “yo” que tengo en el sueño es una creación de mi mente.

Mientras sueño me identifico en exclusiva con un “yo” que es perseguido, o que persigue, un “yo” que vive las diferentes peripecias del sueño.

Ese “yo” se cree diferente del perseguidor, o del agua del mar en la que se sumerge, pero realmente, visto desde fuera del sueño, ese “yo” está hecho de la misma sustancia que el resto del sueño: son elaboraciones de mi mente.

En el sueño, las cosas que ocurren están influenciadas por el estado de ánimo del soñador. Es decir, si al irme a dormir estoy deprimido es muy probable que durante el sueño ocurran cosas congruentes con ese estado de ánimo. Será un sueño de un cariz emocional diferente que si me duermo satisfecho y relajado.

La vigilia como un sueño

Si estas reflexiones las aplico al mundo de la vigilia y entiendo la vigilia como una especie de sueño en donde no sé quién es el soñador, entonces yo no soy algo distinto de las personas con las que trato, ni tampoco soy diferente, excepto en la apariencia, a los árboles que contemplo mientras paseo.

Realmente todo lo que percibo, incluyéndome a mí mismo, somos una sola cosa que se manifiesta de múltiples y cambiantes maneras.

Entonces cuando el estado de ánimo del soñador es depresivo toda mi vida se tiñe de ese color, y no solo porque yo lo vea así, sino porque todo el “sueño” al que llamamos realidad tiene la tonalidad propia de la tristeza.

Así se podría explicar el que cuando estoy desmoralizado todo a mi alrededor, incluso a veces las máquinas, respondan al unísono congruentemente.

Recuerda quién eres

¿Cómo consigo salir de este remolino peligroso?

Recordándome que lo que vivo sólo es un sueño, una película.

Recordándome que cuando me siento solo y aislado, y achaco a los demás la causa de mis problemas, lo que estoy haciendo es olvidar que yo soy el soñador y no lo soñado; que este “yo” que tanto sufre no puede, aunque quisiera, estar desconectado del resto de los elementos del sueño-realidad.

Me digo a mí mismo: “Recuerda quién eres”.

Visto de esta manera, querer huir de alguna persona porque creo que me hace daño es tan tonto como querer huir de una emoción, o de un pensamiento creyendo que no nos pertenecen.

Si tengo un conflicto con mi madre será más útil plantearme que tengo un conflicto dentro de mi propia mente y que no puedo esperar a que manos ajenas lo solucionen.

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